domingo, mayo 10

Sólo las plegarias

El monje un día cayó por una cornisa del cerro mientras dejaba carne para los coyotes.

Sus fieles estaban rezando en el templo por sus problemas personales, por lo que no supieron de lo acontecido.

El rastro del monje se perdió por varios días. Muchos pensaron que el sacerdote había marchado a reflexionar a algún lugar inhóspito.

Tiempo después, apareció. Visitó la iglesia y notó que en el libro de plegarias continuaba creciendo, como era la costumbre. Decidió profesar una misa.

Los parroquianos se mostraron contentos por el regreso, y la vez, preocupados por conocer dónde había estado el sacerdote. El sacerdote sonrió ampliamente, miró el cielo del lugar y dijo:

“En los momentos que más necesité, estuviste ahí. En los momentos donde sentí hambre, supiste alimentarme. En los momentos donde pasé frío, supiste abrigarme. En los momentos donde pensé que no existías, me demostraste que estabas ahí”.

Un ferviente saltó con entusiasmo y gritó: “Aleluya por la grandeza del señor”. El monje se acercó a él, se quitó su anillo de oro y se lo entregó. Así, repartió su sotana, su calzado y su collar.

El sacerdote, nuevamente miró al cielo, y con los vidriosos pronunció:

“Estos elementos me fueron dados para que enseñara y alimentará vuestra fe. Descubrí que el valor de ellos responde a sus plegarias. Cambien estos elementos por comida y dinero para sus familias. Sólo les pido, un poco de carne para alimentar a los animales”.

Nuevamente, el mismo parroquiano saltó y agradeció vociferando: “Nuestro monje nos ha demostrado la grandeza de nuestro Dios”.

El monje, derramó un par de discretas lágrimas, y habló en voz baja para sí: “ya nada me ata a ti, sólo las plegarias”.

Los fieles se marcharon a sus casas regocijantes de la bondad del sacerdote y la grandeza del cielo. Al día siguiente, el monje estaba en la salida del pueblo con una cesta repleta de carne.

La última vez que se le vio, fue alimentando a los coyotes en la vegetación del cerro. Los fieles todavía esperan su nuevo regreso, con la esperanza de nuevos regalos. Mientras, siguen con las plegarias.