jueves, diciembre 24

Happy Christmas (War Is Over)



Para mí y para ustedes.


Sí, siento que la guerra se acabó.

Muy Feliz Navidá.

domingo, octubre 18

Gracias a ti, Sarah


Sencillamente, fuiste tú. Sin bailarinas, sin escenario tecnológico, sin plataformas que te elevaban, sin columpios gigantes y sin pila enorme de cojines. Sólo fuiste tú.

Estremeciste mi interior cuando abriste con tus increíbles altos con Fleurs Du Mal. No reaccionaba que estaba escuchándote y viéndote. Después de aterrizar, no hubo motivo que me despegara la sonrisa y que mis labios no dejaran de modular la letra de tus temas.

Es cierto, no te aprecié de cerca. No pude ver el color de tu maquillaje, alguna arruga que las cirugías y el photoshop repelen, ni mucho menos el místico color de tus ojos. Lo que sí vi es tu deslumbrante figura a los 49 otoños; tu blanquísima piel; tu largo, oscuro y rizado cabello que daban paso a unas prominentes caderas y tu busto alzado. Como dijo la señora sentada a mi lado, eres “una sirena”.

Te cambiaste vestido cada tres canciones, y como es tu costumbre, dejaste un atuendo único para Nessun Dorma: la novia de tiara virginal. Fue fascinante verte infundada en el mítico vestido rojo de Symphony, el blanco de Pasión y el ajustado y brillante grisáceo de Arabian Nights. Era revivir aún más cada momento donde la saliva se me caía cuando observaba encantado tus presentaciones en el televisor de mi pieza.

Y obviamente, tu voz…tu voz. Sencillamente, vales mucho más que la soprano más vendida de todos los tiempos. Tu tono popular es tan dulce como cualquier caramelo fino y tu tono lírico es simplemente torrentoso como un río que arrastra. Es cierto, hace años que perdiste tu cima vocal, pero es notable que mantengas ese imperioso registro después de 40 años cantando. Te hiciste acompañar de una montada banda con muchos violines y hasta una fugaz mandolina, un pequeño coro y unas coristas. Notable saber que tu hermana Amelia hacía muchas de las segundas voces.

Fuiste completamente la estrella. Conquistaste totalmente al público al decir esas memorizadas oraciones en español en la bienvenida. Ni Aki ni Lima nos importó, siempre toda la atención cayó en tu pomposo personaje.

Fue una brillante idea no conocer el tracklist. Me deslumbraste con cada acorde y verso al inicio de cada canción. Cuando interpretaste Who Wants To Live Forever, me fue inevitable morir con una de las notas finales, aquella donde en Las Vegas cierras tus delineados ojos, como si la respiración te la llevarás en ello.

Al terminar Harem, no controlé la emoción y maullé un “Wooooooooooooooooooooooo” que incomodó a mis vecinos. Luego, mi cuerpo tiritó y mi corazón se exprimió cuando me sorprendiste con He Doesn’t See Me. En esta última sentí mis ojos humedecidos cuando cantabas “I haven’t that grace”.

Cuando interpretaste The Phantom Of The Opera y comenzaste con la vocalización final, no podía dar crédito a que realmente subías y subías en la escala. Miraba hacia todos lados pensando que no era yo el que presenciaba y oí tal sublimidad. Cuando terminaste, fue obvia la ovación exaltada de todo Movistar Arena. Fue la primera vez que nos paramos para aplaudirte, y no como lo esperabas al final de Nessun Dorma hace minutos atrás.

Tu público, fue aristocracia y siutiquería pura, además de muchos gays de diversas edades. Hasta me pareció ver desfilar a Mary Rose McGill en las primeras filas. Estoy seguro que ni el 90% de allí conocía más de tres temas tuyos, algo de tu carrera o tu vida. No obstante, doy por firmado que todos salieron creyendo que, mínimo los 18000 pesos de tribuna, fue absolutamente una buena inversión.

Hiciste creer a todos que te ibas luego de Time To Say Goodbye, pero entre la ola de aplausos, volviste para regalarnos (pienso que sólo a Chile) un coreado y aplaudido Deliver Me.

Finalmente, siendo fiel a tus conciertos, cerraste con A Question Of Honour. Con ese impecable juego de luces, entre miles de manos juntándose, hiciste decenas de ademanes de agradecimiento y saludos, para girar en ese vestido rojo y desaparecer de escena.

Sé que quizás nunca más te vuelva a ver o a escuchar. Espero equivocarme con unas ganas tremendas.

Sólo me resta decir, que gracias a ti Sarah por musicalizar mi vida y llenarme de emociones durante las 4 horas que estuve sentado ahí, por tu música y lo que envuelves de mi vida en ella.

Nuevamente, gracias Sarah.

sábado, septiembre 12

Tú-Yo In Chucherías


Dios. Hace semanas que quería escribir. Abulia desgraciada y poco sigilosa, no como Shakira.


Mucho tiempo atrás, hubo un momento en que por idea personal y motivación del protocolo correspondiente quise enviar las tarjetitas de agradecimiento y retribuir todos los globos multicolores con helio y todas las flores que recibí cuando estuve en ese cuarto de la clínica. Cuando terminaba de meter en ese pequeño sobre esa pequeña misiva, para mi hermana obviamente (la jerarquía rules), comenzaba a escribir la siguiente y en el instante que debía posar la punta del lápiz en el destinatario me detuve. Pensé. Ahí están las tarjetitas, en mi cajón de chucherías, como todo lo que hay ahí, quizás algún día las ocupe para volver a agradecer a mi hermana y a…los globos multicolores.


Cuando la señorita siempre linda, siempre piel perfecta, siempre lais, siempre abrigada, siempre sonriente, siempre que se ríe, siempre collar de piedritas que llama mi atención me preguntó: “¿por qué nadie?”. Después de eso, la señorita casi siempre ojos abiertos de impresión.


Y me importa un kilo de limones (en estos días regalados en las ferias) ―vaya a la feria a comprarlos para las lacrimógenas y el ceviche― ser algo más translúcido esta oportunidad.


La gran y poderosa Madame Circunstancias determinó que en su baile de máscaras, yo debía impresionarla con un solo de vals. Resultado: señorita siempre nice (representante de Madame Circunstancias) hoy toma té cada viernes a eso de las 2 p.m. en mi mesa y me recuerda los “fuertes” giros y piruetas que ejecuté en aquel baile realizado en el Salón Principal en el Palacio del Destino. Siempre termina riendo, tapando su boca con la servilleta de género, y me señala el mismo paraje: “tu cara de inseguridad contrastaba con la boquiabierta mueca de la Madame”. Yo en cambio, siempre con falsa modestia respondo: “no me esperaba los aplausos”.


El mejor regalo, y no por mi algo reciente cumple, llegó como en junio: la sensación del un acordado final de la codependencia. Así que, váyanse todos a bailar limbo con los haitianos.


No, en verdad no. Sigan en lo suyo, como lo hicieron/hacen/harán.


Obviamente, sigo sin entender esas discontinuidades y desvaríos bruscos y poco solventados vaivenes de las relaciones sociales. De esas personas que te mandan mensajes por algún canal virtual, que señalan/prometen juntas y muestran esa cara de desesperación por saber del otro y hacerse un tiempo en apretadas/vacías agendas donde uno no posee suficiente relevancia para concretarse, de esos que te hablan con tanta constancia y te siguen considerando el pozo ideal porque no gastas minutos hablando de ti, de esos que pelan amigos contigo y después te enteras de lovelies acercamientos entre ellos.


Recuerdo, hace como mes y medio atrás en una disco, alguien me indicó: “falta xyz persona”, sin filtro y sin pensarla se me escapó un pesado y certero “a mí no me falta nadie”. Wow. “Me has hecho falta” desapareció en la conjugación de verbos, pronombres y sustantivos hasta segundos atrás cuando lo acabó de teclear.


Poquitos días después, otra personilla me señalo algo así: “detesto tu autosuficiencia, siento que así no habrá espacio ni necesidad de mí”.


También me da por recordar esas promesas que suelo hacer con los ojos brillantes y pensando en que realmente será así, auspiciado por detergentes Encantador Futuro. Si hubiera cumplido aquellas palabras dadas, a ver…desde el 2006 viviría con dos niñas que les perdí el rastro cuando tenía 15, estaría bailando parte de un colectivo artístico de músicos independientes, tendría a tantas personas en mis hombros que debería vestir chaquetas como las de Lady GaGa, hubiera tirado y freído tantas cosas en algún local de comida rápida como parte de un trabajo part-time para solventar departamento con alguien, bailar Umbrella sobre una tumba, entre tantas cosas.


Carrie fue tan putamente sabia al señalar en un capítulo de la sexta temporada: “y está esa clase de citas q sabes nunca llegará”. La parafraseo para señalar: “y está esa clase de acciones que sabes nunca harás”.


Definitivamente a las personas nos gusta mentirnos y guardar apariencias. Sí, lo más seguro es que nos gusta mentirnos y nos gusta contar gente como apoyo. Ahora, también hay personas que gozan sacando y enumerando los pétalos de las flores. Así como hay otros, que guardamos esos pétalos arrancados en el cajón de chucherías y tanto stuff que tengo la esperanza ocuparé/puede servir un día. Si al final, la lovely esperanza de que todo resplandezca siempre existe.


¿Quién dijo que ya no me siguen brillando los ojos y que no sigo prometiendo?


Saludos cordiales, queridísimo lector.

P.D.: Si esto te parece pasado a caca, “bien por ti”. Equís De. Equis distancia.

domingo, mayo 10

Sólo las plegarias

El monje un día cayó por una cornisa del cerro mientras dejaba carne para los coyotes.

Sus fieles estaban rezando en el templo por sus problemas personales, por lo que no supieron de lo acontecido.

El rastro del monje se perdió por varios días. Muchos pensaron que el sacerdote había marchado a reflexionar a algún lugar inhóspito.

Tiempo después, apareció. Visitó la iglesia y notó que en el libro de plegarias continuaba creciendo, como era la costumbre. Decidió profesar una misa.

Los parroquianos se mostraron contentos por el regreso, y la vez, preocupados por conocer dónde había estado el sacerdote. El sacerdote sonrió ampliamente, miró el cielo del lugar y dijo:

“En los momentos que más necesité, estuviste ahí. En los momentos donde sentí hambre, supiste alimentarme. En los momentos donde pasé frío, supiste abrigarme. En los momentos donde pensé que no existías, me demostraste que estabas ahí”.

Un ferviente saltó con entusiasmo y gritó: “Aleluya por la grandeza del señor”. El monje se acercó a él, se quitó su anillo de oro y se lo entregó. Así, repartió su sotana, su calzado y su collar.

El sacerdote, nuevamente miró al cielo, y con los vidriosos pronunció:

“Estos elementos me fueron dados para que enseñara y alimentará vuestra fe. Descubrí que el valor de ellos responde a sus plegarias. Cambien estos elementos por comida y dinero para sus familias. Sólo les pido, un poco de carne para alimentar a los animales”.

Nuevamente, el mismo parroquiano saltó y agradeció vociferando: “Nuestro monje nos ha demostrado la grandeza de nuestro Dios”.

El monje, derramó un par de discretas lágrimas, y habló en voz baja para sí: “ya nada me ata a ti, sólo las plegarias”.

Los fieles se marcharon a sus casas regocijantes de la bondad del sacerdote y la grandeza del cielo. Al día siguiente, el monje estaba en la salida del pueblo con una cesta repleta de carne.

La última vez que se le vio, fue alimentando a los coyotes en la vegetación del cerro. Los fieles todavía esperan su nuevo regreso, con la esperanza de nuevos regalos. Mientras, siguen con las plegarias.

sábado, marzo 28

Perra, perra


Es extraño y ligeramente incómodo estar conciente de que escribo y ahora sí puedo asegurar que este espacio virtual tiene los visitantes que menos esperas. Es como cuando la prensa amarillista espera ansiosa una actualización en los blogs de famosos para encontrar algo noticioso u de relleno para sus páginas. 

¿Y a mí qué me dio para que establezca aquella comparación? Es fácil, o sea, a los que han estado, ya saben precisamente del tema que estoy aludiendo. 

Yo soy estudiante de periodismo, y por lo mismo, se me enseña que es poco ético que yo, como puente entre el público y la comunicación/información, sea el foco noticioso o uno de los actores involucrados en los hechos. Las cosas son distintas cuando la ética no sirve, cuando es un hecho que te relaciona directamente y cuando si no te involucras te conviertes en más protagonista (incluso más de lo que esperas). 

Durante mi vago y oso perezoso febrero, me hice adicto a una telenovela “tan tan mala, que es demasiado buena por lo mala que es”. Jamás pensé que las simplonas analogías que establecí en mi mente, y en el factor sociológico de la identificación con algún personaje y/o situación, encontrara un revelador bosquejo de lo que sucedería, en según yo, mi hace rato no-telesérica vida. 

Cuando las estructuras cambian y se amoldan de una forma tan rápida que apenas alcanzas a observar con detención lo que está sucediendo. Sobretodo, reponerse de un casi inevitable shock para entrar a digerir y analizar únicamente desde la propia mirada el caer de un edificio endeble. Por las circunstancias, yo tenía mi casco y gafas protectoras…objetos que quizás nadie nunca consideró en su clóset. 

Y así, en esa pequeña tormenta cuando hay tantos truenos, que el estruendo te hace por acto reflejo cerrar los ojos y no observar dónde caen los rayos, ni menos las zonas que dañan. Quizás te das cuenta si se te corta la luz, o peor aún: si se te quema un electrodoméstico. 

“Para que tú lo sepas: yo soy un hombre muy reflexivo”. Si tuviera que otorgar un galardón al peor ejemplo que he recibido de la amistad, definitivamente se lo daría los adultos más cercanos que conozco. Por ello es que intento recordar su errado actuar y evitar las semejanzas con ellos. Quizás, todos vamos en su dirección. 

Pero no. “Pero”. No voy a tirar como arena entre falanges mi actuar harto distante de la mala Crawford.

Adquirí un lindo eslogan con el pasado mes y las sesudas noches perfumadas con insomnio. “Soy una perra con las personas”. Y luego de esto, poner ojos saltones de las personas que lo han oído.

Es simple. Cuando tengo mucho cariño, techo, comida y agua: doy fidelidad, apoyo, resguardo y sobretodo, un cariño inmenso que me termina sorprendiendo por las magnitudes. Ahora, en el caso contrario, cuando me falta alguno o creo que faltará alguno de los requerimientos…simplemente me voy sin mayor aviso con un rumbo que ni yo conozco y una mirada que mezcla incomodidad con tristeza. 

Sin cuentos. Pienso que “nada es gratis”. Todo lo hacemos por una motivación a una retribución. Incluso, si usted se considera un ser con algo de cuota caritativa y aporta su moneda huérfana a algún tarrito con un agujero, apostaría una de mis cadenas manufacturadas que lo hace para aliviar algo en su conciencia y no sentirse aludido con la talla del volantín de cuero. 

Con un hielito en el vaso: se da para recibir. 

Y esto es aplicable a todo: pololeo, amistad, infidelidad, relación laboral, etecé. Cuando se señala “amar/dar desinteresadamente” se esconde unas ganas enormes de reciprocidad, de ser correspondido y ser ayudado en algún momento que se necesite…o mejor aún, se recibe el confort propio de sentir por otro. Recuerdo que cada vez que mi madre daba plata para la colecta de alguna compañía de bomberos me decía didácticamente: “uno nunca sabe cuándo los va a necesitar”. Se imaginará todas las cosas que necesita el Señor Farkas con tanto regalo.

Es decir: siempre se busca y se recibe algo. La gratuidad se queda y figura linda y pomposa en el marketing. 

Las ideas anteriores me hacen tanto sentido cuando, hace unos cuatro meses atrás, en un flashazo, me di cuenta que mis grandes amistades han sido pasajeras. Perra, perra.

Y bueno. Así me manejo en esos ciclos. Constantemente recuerdo un texto que leí en un blog con el que di hace mucho mucho tiempo. Era algo así: 

Siempre la amistad funciona así. Conoces a esa persona. Hay buena onda. Comienza la confianza y se desarrolla el cariño. Comparten actividades. Se cuentan la vida. Ayudas en lo que puedes. Intentas estar ahí lo más que puedes. Le presentas a tu mundo y viceversa. Es como si fuera un nuevo familiar. Las frases cariñosas y las promesas de perpetuidad van, vienen. Y todo sucede como en medio año. Si la conociste en el colegio, se acaba el colegio y el asunto se termina. En el trabajo y la universidad lo mismo. Haces un pequeño luto. Después encuentras a otra persona buena onda…”. 

Sigo el patrón anterior, tal vez kármikamente. Muchas veces sin siquiera terminar un ciclo social, aquel ser que conociste en ese momento se elimina de tu radar. Sólo debo añadir que esta nueva “persona buena onda” debe recibir los comentarios y traumas del luto por el último perdido. 

Como le tradujeron a Bee, “yo creía que eras imprescindible”. Cuando el final lo único imprescindible es uno mismo. Por lo mismo, no importa el luto que se haga, nada devolverá el pasado, ni los momentos desaprovechados y ni los momentos arruinados. 

He hecho luto y decena de reflexiones por cada “mejor amig@/partner” que ha desaparecido. Pero concluyo que lo más terrible es cuando vas de bajada de la cresta de la ola, para tarde o temprano, terminar a la cresta con aquella persona. Como tengo la (muchas veces nefasta) manía de recordar todo y de comparar…soy drogadicto a la vista desde lo alto de aquella ola. 

Se siguen manteniendo/mintiendo esos lazos de “personas grandes y maduras que hablaron del asunto”. Se busca, se comparte, se sale, se pregunta por la vida….pero se nota el force, lo pauteado y una incomodidad que paulatinamente se hará mayor hasta acabar con la cuerda que sostiene. 

Por eso, mis amistades son pasajeras. Sólo excepciones. Una que el peso de los pedaleos nos dio la magia para cariño y reinvención, y otra que los sentimientos se hicieron tan concretos que arrancar su raíz significa destruir algo de mi casa. Luché por que estas últimas tacharan junto a mí varios días en el calendario, una idea que las circunstancias y otro tipo de entendimiento me hicieron desechar. 

Las otras que se mantienen, es por un cariño y confianza superior, sumado a acciones que me hacen sentir que surfeo arriba de nuevas olas. Olas grandes, olas inesperadas, olas vislumbradas a pesar de la luminosidad del día y el reflejo plateado del mar. 

Sin una de pizca de orgullo, digo que no es grato revisar cualquier ventana virtual y notar que muchas de las personas existentes hace muchos/pocos soles atrás eran parte fundamental de mi agenda…hoy son como los dibujos decorativos de las mismas: totalmente agradables, pero completamente innecesarios. 

Como una obra de Molièrè, entra un personaje y sale otro. La ley de la sucesión se aplica. 

Se derrite un cubito de hielo para señalar, por supuesto, que cada uno de estos voluntarios desaparecidos deja un legado y señas que provocarán más de alguna congoja durante el constante paso del tiempo. Pero es difícil que no exista un ser, sin importar relevancia afectiva, que esté ahí en aquel momento con un oído usable en una mala tanda noticiosa. Así como nuestras orejas son usadas, a veces, sin que nos demos cuenta. 

No me gustan los vasos con trizaduras. No me molestan tanto los con pequeñas, pero los muy rayados o con trizaduras grandes no van bien, menos cuando les sirves líquido. Se sabe, que un golpe los podría afectar mucho más que los con pocos quiebres. Algunas veces se rompe un vaso en excelentes condiciones y se hace añicos; mientras que en otras, en un ataque de renovación, te da por romper o dejar al fondo del estante los recipientes dañados y se consigue un nuevo juego de vasos. Y si se dejan algunos al fondo del estante, algún día se terminarán botando para ocupar ese lugar con nuevos vasos trizados. 

No importa si el vaso te lo regalaron cuando inauguraste tu departamento, o cuando contrajiste nupcias…aquel objeto de valor desaparecerá o le perderás la vista en algún punto del camino. Aunque, existen vasos y vasos. 

Los perros son más aletargados e instintivos que las perras, aunque a la larga, son mejores y más livianos compañeros en la expedición.

martes, febrero 10

Tecleadores de emociones


Sí, pasó un mes desde que actualicé. Ganas…realmente han sobrado, pero tenía una maniática lista de prioridades y escribir no estaba de las primeras. Sinceramente, todavía no lo está, pero este extraño día nublado y ventoso me creo la linda ilusión de la lluvia de verano. Me quedé como tarado harto rato en la ventana pues la lluvia no se asomó por el cielo de mi comuna.

Es una lata que usted, estimadísimo lector, deba ocupar segundos en estos párrafos antes de ir a la idea central de la entrada. Consejo para mí: actualiza más seguido o idea formas para evitar las explicaciones y necesidades de darlas.


Ya me acercó al grano. Existen temas que hace muchísimo tiempo quiero abordar ―pondría “muchísimo” en mayúscula, pero si algún calvario/bendito editor estuviera leyendo esto, me decapitaría―. Ahora la intro para este maíz: los sentimientos son baratos por el mundo virtual; de modo más certero, de la verbalizad al ejecutar existen pasos que no reciben las balas para caer.


La pregunta si yo me creyera personaje de stand up: ¿Cuántos de ustedes dice mínimo dos veces al día “te quiero” por MSN? Yo supongo que varios, hartos, casi todos (si no lo dices siéntete extraño) levantarían la mano.


Me encantan los proverbios, los encuentros sabios e ingeniosos. Hay uno para la situación que abordo: el papel aguanta mucho. En este caso, la pantalla (ventana de MSN, Facebook, Flog, Blog, Flickr, y stuff virtuales) aguantan mucho.


Ahora, un ejercicio. Póngase la mano izquierda en el corazón y la derecha en la sien de este sentido. Cierre los ojos y pregúntese: cuando escribe “te quiero” constantemente ¿realmente lo siente? Sí la respuesta es positiva, lo felicito porque es una persona honesta, sincera, con la verdad por delante y stuff de cosas honradas. Si la respuesta es negativa, gracias por la sinceridad. Yo soy del último grupo. La oferta excusa de “a mi me cuesta ser expresivo por eso por escrito soy mejor” o “es que en internet es más sencillo” es tan shit como creer que por ganar en un simulador de Need For Speed te asegura ventaja en la prueba de manejo. Las cosas pasan con sentidos y nervios, no con el tacto al teclado y los ojos en un cuadrado luminoso.


Cuando se hablaba de realidad virtual, y hace algunos meses atrás cuando se hablaba de The Second Life, me parece tan patética la ilusión de “ser quien quieras” y ganar dinero y stuff virtuales para una vida virtual descuidando o despreciando la que realmente importa o cosas que en ella se pueden realizar. Mi respeto a juegos de rol y demases, porque aceptan lo que son: juegos, a no ser que sean enviciantes y nocivos como la nicotina.


Siento que cuando otra persona dice “te quiero” o derivados, uno se siente, como por instinto de correspondencia y bienestar ajeno y social, de responder de manera cortes y ojalá recíprocamente. Personas en mi mundo, son muy dadas a esto. Obviamente, yo no niego que no las quiero/estimo/aprecio en distintas magnitudes, pero la reiteración suena a una repetición para el cumplimiento de un deseo y no de un hecho. Incluso, pienso que hasta la frase “te quiero” es una de las manipuladoras que existen. Sí, la he ocupado también (“que pase el Infierno”).


Todo eso tan virtual, de repetir y expresarse con cálidos, o más en mis términos: pasteles y kathybarrigas tonos, para en la realidad (donde la relación vale) comportarse de manera más gélida apelando a una calidez humana que creemos y confiamos conocer por el internet. Es cierto, los medios de comunicación cambian las actitudes de esta misma. En ese caso, soy tan de la vieja escuela que en este mismo instante estoy pensando en pantalones acampanados.


Abrazos, besos, apoyos, palabras de aliento virtuales que, según sho, se pierden entre la memoria más rápido, en comparación de la llamada por teléfono y el contacto físico. Lo acepto, existen personas que no son de andar abrazando por la vida como el Osito Ambrosoli ni de andar rescatando perros en ríos como Sebastián Jiménez. Pero, la fibra humana está en todos porque: todos lloran ¿cierto?


Dedo hacia arriba para personas que son sinceras y espontáneas con gestos y acciones cara a cara, con pecas, espinillas, pelos frizzados, ojeras, pálidez, vellos cortados o extendidos (dependiendo de la tendencia personal) y esas cosas. Un vi-va para quienes valoran y sobrevaloran (like me) la real comunicación que es en persona, con titubeos, suspiros, tonos y silencios. Dedo hacia abajo para quienes que el monito verde con la mariposa naranja-azul convirtió en digitadores de emociones que la tecla envía con un signo igual y la letra D. Para mí, esto último sólo excluye a aquel que miles de kilómetros y un océano tiene de distancia.


¿Y usted? Sho intento ser espontáneo en los gestos, intento vivirlos, y sobretodo, disfrutarlos. Soy digitador con unos, realista con otros. Cada cual vale la pena. Aparte, no nací en una fría sociedad europea donde todos ocupan guantes y evitan tocarse. Y no esto tampoco es una campaña de “arriba el manoseo”, sino que me parece que las emociones están emitirlas o al menos hacer un gran y verdadero esfuerzo por demostrarlas. Si fuera por hacer campaña, sería “¿sabías que el abrazo se da en más ocasiones que el Año Nuevo y los cumpleaños?”


Ahora, las infaltables declaraciones. Esto no es un tirón de orejas para nadie, si así fuera, ya estaría conversándolo o en vías de hacerlo con aquellas personas. No me ha sucedido nada en MSN, en el último período, para que le tenga resentimiento. Ya dije hace decenas de caracteres atrás, que esto era una reflexión bastante añeja y con aire de perpetua.


Se continua con la honestidad y valor de un “te quiero” bien dicho, y con la facilidad e instantaneidad de esa frase escrita porque es fruto de la costumbre o de una intención anexa. Me encantaría que mi mundo estuviera rodeado de sólo personas de lovely descripción, pero la Utopía sólo existe para Moro, Goldfrapp y Belinda. Aparte, aún no encuentro el manual de Cómo Colar Con Éxito A La Gente. De todos modos, si tengo gente no-adhoc, al final termino actuando como un buen antivirus computacional.


Reitero, puede que suene cuadrado, en mis términos: soy persona con heavies convicciones.

domingo, enero 11

Siéntete bienvenido, for sure

Este es el momento donde yo me presento, o en este caso, me vuelvo a presentar…pero no, no es necesario. Si alguien llegará a estar colgado por este autor, que sea un poquito vivaz y averigüe. Contactarme no ha sido difícil para nadie, que yo sepa.

Esto, todo este blog, toda la Sinfonía es una nueva etapa que no tiene nada de reciente. Yo creo que vengo amasando esto desde mitad del año pasado, y comencé a concretizarlo seriamente desde septiembre.

¿Qué es ReRe? Es simple: no es Rebirth. No quiero ser más verborreico respecto al nuevo nick ocupado en el ciberespacio y creación de una personalidad. Las diferencias con Rebirth las establecerán, si se les da la gana, a quienes desean y/o quienes conocieron la anterior etapa.

Bueno, prosiguiendo. Me gusto esto de la Sinfonía, y es retórico: en un conjunto así hay de todo. De un apacible adagio a una turbulenta partitura. Y es lo que me he autopronosticado luego de un año tan dramático como el pasado. No digo que el año pasado fue triste o algo similar, sino que poseyó emociones fuertes y prolongadas, dilemas, conflictos, alegrías…por eso estimo que “drama” lo resume bien. Este año ¿quién sabe? Quizás termino con más adrenalina y bilirrubina o puede ser una inyección de morfina.

A pesar de haber cerrado la anterior ventana con un mensaje que seguramente sonó muy bitchy (“Rebirth dejó de ser malo”), esta no quiero que caiga en extremos. Como le dije a una amiga: conciente y voluntariamente jugué a ser malo”. De algún modo, ni el bueno ni el malo han funcionado cómo yo pensé que lo harían. El mayor insatisfecho soy yo. Después la maté con un cliché: “sólo quiero ser yo”. Já. Señores, esa falacia es tan falsa como la austeridad papal. Esto, a mis 21, sigue funcionando como la vida, lo que llaman sabiamente “ensayo y error”.

Y para no cerrar con un párrafo con tantas comillas. Lo principal:

Bienvenidos. Espero lo disfruten, escriban y pregunten mucho más.